“¿No experimenté ya que un corazón sensible
no puede olvidar jamás lo que lo hizo descubrir
la pasión de que era capaz y que no conocía?
¿Que todos sus afectos y emociones están arraigados
profundamente en el ídolo que los creó?
¿Que sus primeras impresiones y heridas
no se pueden cicatrizar, ni extinguirse?
¿Que todas las nuevas pasiones
que con todas sus fuerzas
tratan de satisfacerlo y contentarlo,
le prometen vagamente
una sensibilidad que no recuperará jamás?
¿Que todos los placeres que busca,
sin ningún deseo de encontrarlos,
no sirven sino para convencerlo
de que nada le es tan querido
como el recuerdo de sus penas?”
“Me parece que no será muy agradable
ver a sus amadas distraídas por mil frivolidades
y que es preciso tener muy poca sensibilidad de alma
para soportar, sin rabia, que ellas sólo hablen
de reuniones, de atavíos y de paseos. “
Mariana Alcoforado
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